jueves, 8 de noviembre de 2007

Von Wernich

"Sin entrar a considerar la responsabilidad que le pudo caber al padre Christian von Wernich en los delitos que se le imputan, resultan deplorables los términos de la sentencia y las modalidades del juicio en el que resultó condenado.

"El padre Von Wernich estaba condenado ab initio. Las audiencias públicas han sido una expresión del odio y de la sed de venganza que anidan en un sector de la sociedad argentina bajo el impulso del propio Gobierno.

"Los términos de la sentencia revelan claramente el ánimo del juez Rozanski, cuando apunta a su calidad de sacerdote y se atreve a consignar que «con su actuación privó a las víctimas incluso del infierno, que, cuando menos, da alguna clase de esperanza» (sic)."

Alberto Solanet
Abogado
H. Yrigoyen 476, Capital

Carta Publicada en La Nación el dia de la fecha

1 comentario:

Celeste Cuesta dijo...

Sra. Usted sabe dónde está López?
Comentarios de histeria nacional.

sábado, enero 12, 2008
SE QUEBRÓ DEFINITIVAMENTE LA OMERTÀ!





Aclaración: al tope de su pantalla Sra., Ud. puede ver la foto de la tercera Junta Militar. El primero de la izquierda, es Anaya, el que murió sin declarar hace tres días. El segundo, lo recuerda?, es Galtieri, alcohólico héroe de Malvinas, que tiene mucho que ver con este comentario, por haber estado a cargo de la Quinta Funes
(la foto de la casita) y que también murió sin declarar. El tercero es Lami Dozo, tiene pedido de extradición, pero hasta el momento disfruta de sus días enfermos.

Sí Sra., usted sabe, cuando no hay moral y la solidez de la ideología y los principios están basados en el bolsillo y las patología individual, la camaradería hace agua.

Eduardo "Tucu" Constanzo (foto izquierda), fue un brutal cuadro del aparato represivo, que en 1976 operó en Tucumán a las órdenes del general Acdel Vilas (ese que ahora está internado en un psiquiátrico por peligrosos delirios de persecusión, agresividad verbal y disartria).
En 1977 se incorporó a Operaciones Especiales de Rosario como miembro de la patota encargada de torturar y matar en los campos de exterminio conocidos como la Quinta de Funes y La Calamita.
Ya en 1992 relató sus "hazañas" en un medio periodístico donde dio nombres de cómplices, fechas, lugares y víctimas, tras la cual sus amigos le pidieron silencio, porque Ud. sabe Sra., EL SILENCIO ES SALUD.
En 1997 chantajeó al vicegobernador tucumano Rafael Topa, acuciado por la falta de dinero, recordándole que "los dos estamos manchados de sangre".
La última actividad conocida fue en el 2000 cuando amenazó a un grupo de HIJOS. Fue el 3 de mayo, cuando salía por la puerta trasera de los tribunales federales acompañado por su hijo, miembro de la policía, y fue abordado a huevazos y insultos por los jóvenes. "Si lo hubiera esperado iba con la patota mía, en la familia somos como 17. Así que iba con todos y los cagamos a garrotazos. Alguno iba a quedar tirado", habían advertido.
“De lo único que me arrepiento en mi vida es de dos cosas”, comenzó Costanzo ante el juez, haciendo un peculiarísimo mea culpa: “Haberle desarmado un auto robado y venderlo, porque andaba muerto de hambre, a Orlando Vignatti, y haber puesto una bomba en la casa del diputado Perreta”.
Esa es moral la de Costanzo, Sra., que aún no muestra signos de arrepentimiento por el secuestro, la tortura y la desaparición de detenidos indefensos, pero lo aqueja la culpa de haber reducido las autopartes de un vehículo robado y haber colocado “un caño” en el hogar de un diputado, con el fin de convencerlo de los beneficios de cambiar su voto ante la Asamblea Legislativa.
Podría ser que en los Tribunales hayan comenzado a escribirse los últimos capítulos de la historia del terrorismo de Estado?...
Lo absolutamente singular ahora, Sra., es que de ser así, los protagonistas del relato son los propios victimarios.
Le decía, la única ideología que tienen es la del yo primero y sálvese quien pueda, entonces, las viejas internas, competencias, celos, envidias y cuentas pendientes entre estos camaradas salvadores de la Patria, están empujado a algunos de sus más activos personajes a romper el pacto de silencio mantenido durante más de treinta años.
La reciente declaración de Costanzo, publicada a medias por los medios, no sólo completa datos oscuros de lo ocurrido en el centro clandestino de detención conocido como Quinta de Funes, sino que esclarece los vínculos que la patota mantuvo (o mantiene?) hasta hace un tiempo con importantes figuras de la política y los negocios.
El barco se va a pique y los héroes del Proceso huyen como ratas.
Ya en 2006, el ex servicio de inteligencia del Ejército, confesó ante el juez federal Sutter Schneider haber colocado un artefacto explosivo en los primeros años de la democracia para cambiar el voto del ex diputado Carlos Perreta: "Cómo se recicló la mano de obra desocupada, puse una bomba que me trajeron Rubeo y Vignatti” dijo. Y apuntó como autores intelectuales del atentado al ex diputado y ex senador del PJ y al actual copropietario del Multimedios La Capital.
Un mes y nueve días antes de cumplirse el trigésimo aniversario del golpe de Estado este ex integrante del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario durante la última dictadura militar confesó ante un juez federal de esa ciudad el curioso empleo transitorio que consiguió, ya en democracia, de la mano de un ex legislador nacional del justicialismo y de uno de los actuales propietarios del Multimedios La Capital.
“Tucu”, detenido desde hace más de un año por crímenes de lesa humanidad y con prisión domiciliaria por haber cumplido los 70 años (recuerde, los argumentos que apelan por sentirse abandonados de los Derechos Humanos!), Costanzo detalló con lujo de detalles la causa de su arrepentimiento permitiendo conocer algo más acerca de la actividad de "la mano de obra desocupada". Sí Sra., no es como aseguran los autodenominados patriotas que la inseguridad haya resurgido luego de la vuelta a la democracia, justificando así la llamada "mano dura"...Las casualidades no existen.
Entre los detalles del atentado perpetrado al entonces diputado Carlos Perreta, Costanzo relató ante el juez: “El artefacto me lo trajeron (Luis) Rubeo, (Orlando)Vignati y el hijo de Rubeo, también llamado Luis. Rubeo me decía que Perreta –que era el vicepresidente de la Cámara de Diputados– con cuatro diputados más le pedían cincuenta mil dólares cada uno para votar en la Asamblea Legislativa por él, porque si no era elegido senador nacional (por Santa Fe) el Tati Vernet”, que por entonces aún era gobernador de la provincia. Costanzo recordó ante el juez que “se hizo la votación y salió elegido Luis Rubeo; votaron a favor de él. Tal es así que al otro día de la explosión Perreta negaba por televisión tener algún problema con Rubeo y cantó el voto un día antes de la Asamblea Legislativa a favor de Rubeo”.
Según su declaración, Costanzo tiene cómo probar esas afirmaciones. “En pago a ese trabajo, el senador Rubeo me tuvo a mí y a mi señora en el Senado de la Nación”, declaró el ex servicio, para agregar: “Tengo dos nietos mellizos de mi hija Teresa del Valle Costanzo, uno varón y otra mujer, y al elegir los padrinos del varón elegimos a Luis y Marta (Martino de) Rubeo. Aquí entrego las credenciales originales. También acompaño en original una constancia expedida por un juzgado a favor de Vignatti en la que se le da como depositario el auto que yo había desarmado a su pedido”.
Favorecido con prisión domiciliaria, el ex represor Costanzo pidió al juez Sutter Schneider ampliar su declaración indagatoria y lo hizo (14 y 15 de febrero de 2006). La primera parte de esa declaración, que fue dada a conocer por los medios únicamente rosarinos, aportó datos respecto de enterramientos de presos políticos asesinados y sobre el destino final de los detenidos-desaparecidos en el centro clandestino de conocido como Quinta de Funes.
El segundo día de la declaración Costanzo apuntó el lugar donde se llevó adelante el asesinato de los detenidos en la Quinta de Funes, que según el represor se realizó en la quinta llamada Intermedia, propiedad del otro detenido por la misma causa, el ex represor Daniel Amelong. En ese sentido, las afirmaciones de Costanzo coinciden con las que hiciera Gustavo Bueno, un ex agente de inteligencia que declaró ante el Centro de Estudio Legales y Sociales (Cels), también integrante de la patota de la Quinta de Funes.
Según el relato de Costanzo, luego del fracaso de la operación montada por el ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Leopoldo Galtieri, en la que intentó matar a la cúpula de Montoneros exiliada en México –llevando al detenido Tulio Valenzuela como señuelo y dejando en la quinta, como prenda de extorsión, a su mujer embarazada de mellizos–, llega a la Quinta de Funes la orden de trasladar a los detenidos. Luego de pasar por la escuela Magnasco, en Zeballos y Ovidio Lagos, son llevados a la quinta la Intermedia, propiedad de la familia Amelong.
Costanzo contó ante el juez que por esos días “todos nos reuníamos, todo el personal del destacamento que éramos más de cien, más la sección Operaciones Especiales, llamada la patota, para que cada uno diga sus opiniones (sobre qué) hacer con esta gente. Poquito antes del mundial el Ejército decide matarlos”. Es que antes de llegar a México, Valenzuela logró escaparse y la cúpula de Montoneros denunció en conferencia de prensa la frustrada operación de Galtieri y la existencia del campo de concentración en Funes.
El represor narró en detalle como fue la última cena de los detenidos en la quinta: “Nos ordenan a todos los de la patota que teníamos que estar a las ocho de la noche en la Intermedia sin armas y dejar el auto a 1 kilómetro de la Intermedia. Llegamos al chalet y había en el living dos tablones largos. Ocupando un tablón estaban los montoneros, en el otro tablón estábamos nosotros. La mesa estaba dividida así porque si ellos querían fugarse tenían que pasar por donde estábamos nosotros. Los gendarmes afuera tenían orden de tirar”,
Al final de la cena –según relató el represor– les dan a los detenidos una bebida que contenía un potente sedante; luego los hacen ir de a uno a una “casita” que había en el mismo terreno, donde según el mismo relato de Costanzo “desde el primero al último los mataron con una ametralladora Ingran con silenciador, con dos balazos en el corazón. Cuando terminaron todo el "trabajo", ellos, Gerrieri, Fariña, Amelog e Isaac, nos llamaron a nosotros para que sacáramos los cadáveres y los desnudemos a todos y los colocáramos en la galería de la casita uno al lado de otro. Luego fueron trasladados en un camión hasta el aeropuerto donde los esperaba un avión Hércules”.
El único sobreviviente de la Quinta de Funes es el ex detenido Jaime Dri, quien fuera diputado por la Juventud Peronista en 1973 y quien ahora reside en Panamá. El testimonio de Dri parió el libro "Recuerdos de la Muerte" del periodista Miguel Bonasso, donde se relata lo padecido por los militantes peronistas en el predio de la ciudad de Funes. Luego Dri fue trasladado a Formosa, donde logra fugarse de las fuerzas represivas y escapar a Paraguay. Por lo tanto, su testimonio no contiene lo que ocurrió con los militantes detenidos en la Quinta de Funes. La declaración de Costanzo ante la Justicia federal rosarina es el primer testimonio judicial sobre la suerte corrida por los detenidos-desaparecidos en ese campo de exterminio•
El represor describió también ante la jueza federal Myriam Galizzi, cómo robaron bebés nacidos en Paraná, y dio ayer detalles sobre el nacimiento clandestino de bebés en el hospital Militar de Paraná y su posterior apropiación, en el caso puntual de los hijos mellizos de Raquel Negro, que todavía se investiga.
La declaración testimonial que hizo en los Tribunales federales de la capital entrerriana significó una confirmación de pruebas en la causa contra el ex represor Pascual Guerrieri. Para los querellantes, los nombres y datos aportados por Constanzo permitirán citar e imputar a otros responsables, y así avanzar en la investigación de lo sucedido con los hijos de los militantes de Montoneros Raquel Negro y Tucho Valenzuela. Uno de los chicos, el varón, habría nacido muerto o habría fallecido a los pocos días; mientras que el otro, una nena, habría sido dejada por dos represores en un convento rosarino. Esta joven hoy tiene 29 años pero su identidad continúa sustituida y no ha podido ser localizada por su verdadera familia. Ante la jueza Galizzi y los abogados querellantes Marina Barbagelata y Gamal Taleb, el ex represor reiteró lo dicho sobre el caso en su declaración indagatoria por la causa Guerrieri, aunque en esta oportunidad brindó una serie de detalles que le dan muchísima credibilidad al contenido de esa declaración y que ratifican todo lo que denunció en su momento el coordinador del Registro Único de la Verdad, Guillermo Germano. El testimonio de Constanzo ratificó que Raquel Negro estuvo detenida en el centro clandestino de detención Quinta de Funes, en las afueras de Rosario, y que desde allí o desde La Calamita –dijo no recordarlo bien– la trasladó un grupo de tareas hasta el hospital Militar de Paraná, estimativamente en julio de 1978. En ese hospital la custodiaron militares rosarinos y permaneció durante varios días hasta que dio a luz. Luego fue devuelta al centro clandestino de detención La Intermedia, sobre la autopista Rosario-Santa Fe, donde llegó muerta, en el baúl de un auto, atada, desnuda y con una bolsa de plástico en la cabeza. Su cuerpo fue luego arrojado al mar, contó ayer Constanzo. Los abogados destacaron también que haya individualizado a las personas que organizaron e intervinieron en el operativo de traslado de Raquel Negro, bajo las órdenes de Leopoldo Fortunato Galtieri y Luciano Jáuregui, máximas autoridades del II Cuerpo del Ejército en esos años. A partir de esto, se piensa en solicitar nuevas declaraciones testimoniales o probablemente también nuevas imputaciones en esta causa con lo que se le da un golpe de muerte a la Omertá, y entonces Sra., o terminan todos víctimas de infartos, accidentes o cianurazos o finalmente se terminará por saber (aunque probablemente incompleta) la verdad, como el paradero varias de las criaturas, hijos de desaparecidos, que aún permanecen en cautiverio.
Dos que están en la mira son Walter Pagano, ex agente civil de Inteligencia del Ejército, y el teniente coronel retirado Daniel Amelong. Ellos fueron, según el relato de Constanzo, quienes dejaron a la hija de Negro en la puerta de un convento u orfanato rosarino. En su declaración de ayer, el ex represor ratificó que aquella escena de la entrega de la niña fue la que le contó el propio Pagano. Tanto este como Amelong podrían ser imputados como coautores de los delitos de sustracción de los mellizos y la sustitución de su identidad. Ambos se encuentran detenidos en Rosario por otros crímenes de lesa humanidad. Pagano fue, además, uno de los que custodiaba a Raquel Negro mientras estaba detenida en la Quinta de Funes e incluso durante su estadía en el hospital Militar de Paraná. Por otra parte, Constanzo dijo que el bebé varón nació muerto. Sin embargo, esto se contradice con lo que ya declararon testigos que trabajaban en una clínica privada de maternidad de Paraná, a la cual el Ejército ingresó dos recién nacidos mellizos provenientes del hospital Militar en fechas coincidentes con el parto de Negro. De esto surgiría que, en realidad, el varón no nació muerto pero sí con serios problemas de salud que no habría podido superar.
El Tucu se considera “un chivo expiatorio”. (Pobrecito!, no le da pena Sra.?)
Marina Barbagelata, una de las abogadas querellantes en la causa hospital Militar, relató la impresión que le causó Eduardo Constanzo. “Él está convencido de que está haciendo un aporte. Considera que si existió responsabilidad de él, fue parcial; que él no es el más comprometido y que la Justicia no está actuando como él lo esperaba: es decir, que se iba a responder de otro modo sobre los nombres precisos que él ha dado sobre las personas más comprometidas en estos crímenes”, dijo la abogada.
“Él se define como un chivo expiatorio y creo que tiene el rencor propio de alguien que ha sido abandonado a su suerte”, agregó Gamal Taleb, el otro abogado querellante.
En efecto, las ratas huyen y abandonan a su suerte a sus "subordinados".Falsa camaradería y ERROR garrafal, Sra., porque las otras ratas explotan de rencor y eso les significa el principio del final.
Y los rencorosos comienzan a engrosar las filas, por ejemplo,en la declaración del ex policía Oscar Alfredo Rojas, este genocida detalló cómo se fraguaron “enfrentamientos” para ocultar el secuestro, la tortura y el posterior asesinato de militantes políticos (probando con esto además, que ese accionar era método de un plan), quebrando así (otro más Sra.) la ley del silencio, en la mismísima provincia de San Juan, donde de las 70 causas abiertas en 1983, ya se han extraviado más de 60.
Rojas narró en la oficina de la fiscal federal Silvana Godoy una versión distinta sobre la forma en que murió el militante de la Juventud Peronista Roberto Guilbert quien, según la historia oficial provincial, falleció en un enfrentamiento con las fuerzas policiales. Según el ex policía, cuyo testimonio permitió reabrir esta causa, ese “combate” fue sólo una parodia.
Guilbert estaba detenido en la D2, el área de inteligencia que funciona todavía hoy en el Departamento Central de Policía de San Juan, donde lo llevaron luego de secuestrarlo: “Allí se acostumbraba a trasladar a los ‘chupados’ como paso previo a la ejecución clandestina –contó Rojas a la agencia Télam–, luego lo torturaron y terminó tirándose o lo tiraron desde la ventana del primer piso para caer en el patio de la Jefatura”.
El 29 de agosto de 1976, el día del supuesto “enfrentamiento”, Rojas y el subcomisario Miguel Angel Mereles patrullaban juntos cuando escucharon por el handy que integrantes de la D2 pedían auxilio porque, según indicó el ex policía, “mantenían un enfrentamiento con subversivos”. Ambos se dirigieron hasta el lugar, ubicado en el paraje conocido como La Rinconada, y allí se encontraron “con los integrantes del D2, el comisario Hilarión Rodríguez, el cabo Bazán y el suboficial Lucero”, quienes les dijeron que “se habían topado con un campamento con ocho subversivos y que tras un enfrentamiento se fugaron todos salvo uno que cayó abatido a pocos metros de una ametralladora antiaérea”. El cadáver en cuestión era el de Roberto Guilbert y, para sorpresa del ex policía, el muerto estaba sin cinturón ni cordones en los zapatos, algo característico entre los detenidos de cualquier dependencia policial.
“En ese entonces, dijo, la policía estaba conducida por el capitán Juan Carlos Coronel y el D2, por el comisario Hilarión Rodríguez, que tenía entre su gente al nexo del Batallón de Inteligencia 601 Mario Tello, y todos respondían a las órdenes del Regimiento de Infantería de Montaña (RIM) 22”, y aseguró que hasta hace poco Tello todavía prestaba servicios en ese batallón y que ahora vive en la localidad sanjuanina de Marquesado. Exonerado de la fuerza en 1978, según él por no haber aceptado esta metodología, Rojas decidió exiliarse en Brasil y Paraguay tras dos intentos fallidos de secuestro que dice haber sufrido por parte de los integrantes del D2. Aunque figura en la lista de represores de la Conadep, Rojas no se considera un arrepentido y jura que jamás maltrató o torturó a prisioneros mientras se desempeñó en la Brigada de Investigaciones sanjuanina, donde su función consistía en “saber dónde estaban alojados los detenidos legales e ilegales y los que iban a ser trasladados fuera de la provincia”.
Por el momento, la fiscal Godoy aún no ha conseguido que el juez dicte alguna prisión preventiva y, según fuentes judiciales, el fuero federal local tampoco cuenta con la cantidad de personal necesaria para atender la reapertura de esta causa y otras siete más que se han sumado tras las declaraciones de Rojas.
Qué cosa, no Sra.?...Pobre gente, abarrotada de trabajo...si lo hubiesen iniciado antes y a tiempo...
La aparición pública del ex policía también generó dudas entre los familiares de desaparecidos sanjuaninos. Uno de ellos, Diana Tello, quien tiene a su compañero Oscar Castillo desaparecido desde abril de 1978, consideró que “la denuncia es positiva aunque no suficiente, porque sería conveniente que se sumen otros testimonios”. La frase de Tello hace alusión a los dos nombres de policías, hoy retirados, que Rojas acercó a la fiscalía para resaltar sus dichos. Se trata del ex subcomisario Miguel Angel Mereles y de Víctor Hugo Frías.
El asesinato de Castillo es uno de los casos que tendrían que investigarse nuevamente, ya que su expediente está entre los que fueron extraviados.

Aquí le transmito un reportaje al represor Eduardo "Tucu" Constanzo,concedida al programa "Trascendental" de LT 8 y nota de tapa de hoy de Página 12.

"No quieren que hable de lo que tengo que hablar" dijo, "están buscando sacarme de mi casa para mandarme a una cárcel para que me maten"..."Estoy mal, mal, estoy totalmente enfermo", dijo y a mí me huele que esto tiende a conseguir que los jerarcas detenidos con tantas libertades en sus alojamientos 5 estrellas, sigan conservándolos y no pasen a cárceles comunes. Tal vez, el miedo a convertirse en un nuevo Febres, lleve a este genocida a prestarse a algunos trueques con la omertà que le permitan ingerir alimentos sin demasiado miedo. En su ignorancia, probablemente crea que le garantizan la vida.

Por José Maggi para Página 12 el 12.01.2008:

-¿Por qué decidió hablar ahora después de tanto tiempo?

-Porque ha llegado el momento, porque antes estaba muy impresionado con riesgo de muerte, porque cuando estaba detenido en el Batallón 121 me quiso matar dos veces el teniente coronel (Juan Daniel) Amelong. La denuncia está en el juzgado de Sutter Schneider y no se hizo nada, a pesar de que había testigos como los soldados. Y ahora están buscando cómo me sacan de mi casa para mandarme a una cárcel para que me maten, y me pase lo mismo que le pasó a (Héctor) Febres, porque lo que ellos pretenden es que no llegue al juicio oral.

-¿Por qué cree que lo quieren llevar a una cárcel común?

-Porque ayer (por el jueves) me llegó un oficio en la que dicen que quieren revisarme con un médico forense con posible destino a una cárcel común.

-¿Quien firma ese oficio?

-El Tribunal Oral Nº1 , con la firma del doctor (Otmar) Paulucci.

-¿Cuándo debe presentarse?

-Tenía que presentarme hoy (por ayer) a las 11.30 de la mañana, pero estoy mal, mal, estoy totalmente enfermo. Asi que vino la Policía Federal y labraron un acta. Lo que le digo es que van a buscar cualquier forma de que me maten, para que no llegue al juicio oral y no hable lo que tengo que hablar.

-¿Qué puede decir que no haya dicho ya en sus declaraciones judiciales?

-Mucho, más de la mitad porque yo no tenía garantías en el juzgado de Sutter Schneider porque cuando estaba en el 121 iba el coronel Chizzini Melo que era el nexo ente el Ejército y la justicia. Y me decía que cuando se fuera (Omar) Digerónimo lo iban a nombrar a Sutter Schneider que era "hombre nuestro y lo manejamos nosotros". Y yo también tenía las esperanzas en él, porque lo conocía al padre. Fue entonces que lo nombraron a Vera Barros, y después llego al final él. Es un hombre que no me merece confianza porque de lo que yo le he dicho no ha hecho nada, ni de lo que le pidió la (ex) fiscal Tessio, que pidió la detención del teniente coronel Marino González, del teniente coronel Rodolfo Riegé, de Walter Pagano, de Rodolfo Isachs, Ariel Porra, Ariel López, Alberto Pelliza alias Armando, Francisco Scilabra, Jorge Cabrera alias Andrés y Jorge Pérez Blanco a quienes se les debía tomar declaración indagatoria. Y el juez no citó a nadie.

-¿Usted que está procesado por crímenes de lesa humanidad y ahora pide justicia para que vayan presos sus viejos compañeros?

-No son mis viejos compañeros sino los que han cometido los crímenes porque no los cometí yo. Yo estaba viendo lo que hacían, pero los que apretaron el gatillo fueron ellos. Los matadores fueron Rodolfo Isachs...

-¿Los matadores de quienes?

-De los catorce detenidos en La Intermedia de los que se me culpa. Los mató Isachs, Amelong, (Jorge) Fariña, y (Pascual) Guerrieri, que son los cuatro que estaban en la pieza, los hacían llevar uno por uno y los mataban ahí adentro.

-¿Qué fue La Intermedia?

-Una casaquinta de la familia Amelong, ubicada en el kilómetro 23 frente al Automóvil Club, yendo a Santa Fe. Ahí estaban alojados cuatro o cinco meses.

-¿En qué época ocurrió esto?

-Era 1978, dos o tres meses antes del Mundial de Fútbol. El Ejército tenía que deshacerse de esa gente porque tenían que trabajar en el Mundial.

-¿Cuánto tiempo los tuvieron allí?

-Los tuvieron tres o cuatro meses después que los sacaron de la Escuela Magnasco.

-¿Y antes de eso dónde habían estado detenidos?

-Dos meses en la Quinta de Funes. Y antes de eso en La Calamita.

-¿Qué pasó en La Intermedia?

-Fue donde los eliminaron. Yo le dije a Sutter Schneider que le podía indicar cómo y dónde los mataron. Y el juez me contestó que no era yo el que le debía dar órdenes. No me llevó nunca.

-¿Qué hay en La Intermedia para que usted señale?

-Un chalet, a unos veinte metros había una casa en construcción prácticamente terminada a la que faltaban los pisos nada más, no sé cómo está ahora, ese lugar es donde los mataron. En el chalet vivían, comían y dormían.

-¿Cómo los mataron?

-Con dos tiros en el corazón que les pegaba Rodolfo Isachs, el ex comisario general, que hoy se encuentra en Pinamar en una cabaña.

-¿Quiénes eran los detenidos que fueron asesinados en La Intermedia? -Tonioli, Nacho y la Nacha, Leopoldo Tossetti y la señora, la Gringa y la Foca, que era el marido, estaba Novillo, el Tío, son esos catorce.

-¿Y quién fue la mano ejecutora?

-Isachs, pero imagino que los otros los agarraban para que les pegue el tiro. Hasta ahí no veíamos nosotros porque los metían en la pieza. (AH!...qué inocente...probablemente sufría de sordera...pero no declaró ante el juez que él llegó más tarde, cuando ya estaban todos muertos?...)

-Usted era Personal Civil de Inteligencia, pero ¿qué rango tenía el resto?

-Igual que yo. El resto como Amelong era teniente coronel del Ejército, Guerrieri era teniente coronel y segundo jefe del Destacamento de Inteligencia, y Fariña era el jefe de la patota con el grado de capitán ascendido ya a mayor.

-Además de los centros clandestinos de detención que nombró como La Calamita, la Quinta de Funes, la Escuela Magnasco y La Intermedia, ¿qué otros centros de detención funcionaron en esta región?

-No conozco ninguno más, desde el 77 al 78 eran esos. Pero lo que yo quiero decirle es la gente de la patota que anda afuera. Por ejemplo Cabrera alias el Barba, es el único que interrogaba y torturaba porque estaba especializado, lo mandaron a hacer un curso (Ah, tenía estudios el genocida!). El resto ni yo ni nadie hemos tocado a nadie porque no estábamos autorizados. Los que lo hacían eran él y Fariña. El Barba era el que la torturó a (Adriana) Arce, a (Tito) Messiez durante cinco horas lo torturó, es el que tortura a Cambiaso y Pereira Rossi dentro del camioncito en bulevard Oroño al fondo, cuando estaban haciendo la avenida de Circunvalación. En democracia empezó a trabajar en la Defensoría del Pueblo (ironías de la vida, decía mi abuela), pero no trabaja más, no sé dónde anda.

-¿Cómo es posible que un asesino como él haya tenido cabida en una entidad pública?

-A ese lo nombró (Norberto) Nicotra, que nombró también a Víctor "Chuli" Rodríguez.

-¿Qué hizo Rodríguez en la dictadura?

-No estuvo acá en la dictadura, estuvo después. El Chuli estuvo en el secuestro de Cambiaso y Pereira Rossi, junto con Guerrieri.

-¿Por qué participa Rodríguez?

-Porque era capitán y los trasladaron a Rosario después de Malvinas. Y acá llegó a ser segundo jefe del Destacamento.

-¿Es el mismo coronel Rodríguez que cruza Los Andes a lomo de mula emulando lo que hizo el general San Martín?

-Sí, es el taradito ese, ese mismo. Pero hay otros: como Sfulcini que lo sigue y lo hace detener a Messiez en una fotocopiadora, junto con el Barba, Pagano, Porra y Gustavo Bueno. Lo chupan en el centro y lo llevan a La Calamita y lo torturan durante cinco horas.

-¿Cómo termina la vida de Messiez?

-Y desaparecido, cómo va a terminar.

-¿Pero dónde está su cuerpo?

-Habría que preguntarle a los tiburones de la bahía de Sanborombón...

-¿Quién fue el que dio la orden?

-No sé si fue (Leopoldo) Galtieri o directamente la Presidencia. Pero en esos vuelos iban Ariel Porra, alias El Puma, que es además el matador de Remo (sic), y el mismo que lleva a Cambiaso y Pereira Rossi y se lo entrega a Patti tirado en el piso; Porra es el que lo lleva pisándole la cabeza. Este Porra se lo entrega a Patti, y lo mismo hace Filtro, alias Sebastián que es el yerno del coronel Pozzi, y es el que lo lleva en el otro auto, pisándole la cabeza y el cuello a Rossi para entregarlo a Patti.(a propósito, lea en las páginas de Bernardo Neustadt la defense que escribe sobre este comisario de bien, allí escribe: "NO SE OLVIDEN DE PATTI. Ningún oficial o funcionario en el Departamento de Justicia de San Martín le quiso tomar las impresiones digitales. Con respeto, de pie, se negaron a cumplir esa tarea humillante. Si ellos que pueden perder el empleo tomaron esa actitud, todos tenemos la obligación de no olvidarnos de Patti. Antes a los 22 años y ahora, PADRE FLAMANTE es un PRESO – POLÍTICO – INJUSTO por ser fiel a la sociedad y no a los guerrilleros. En el Gobierno, hay gente que mató y ocupa cargos altos y en la cárcel está Luis Patti que nunca se probó que matara a alguien. No es “políticamente correcto”... es MORALMENTE INCORRECTO").


-¿Quiénes hicieron esa operación?

-La hicieron en el bar Magnum, y fueron Rodriguez, Guerrieri y toda la Patota, que estaba integrada por el Gato Andrada que era arquero de Central, y que se jubila del Destacamento (de inteligencia) como agente del servicio, y también estuvo en el secuestro de Cambiaso y Pereira Rossi, como Raúl Campilongo, que estaba en la puerta.

-¿Quién es Campilongo?

-El que estaba en Vivienda, que sabía estar con Cerruti.

-¿Esta gente alguna vez declaró ante la justicia?

-No, nunca nadie ha hecho nada. Es más, cuando nosotros conseguimos el pedido de captura de Pagano y lo detienen mis hijos, le avisan la juez Sutter Schneider que viajaba en auto hacia Rosario a la altura de Cañada de Gómez. Y sabe lo que dijo al comisario de la segunda que lo llamó: "Mire qué boludo dejarse detener". Y estaba molesto porque mis hijos habían detenido a Pagano.

-¿Qué otros represores sueltos quedan aún hoy en la ciudad?

-Ariel Porra, el Puma; Ariel López que es el que lo mata a Remo y tira a la gente del avión; Isachs Rodolfo, que mata a los catorce detenidos; Juan Carlos Bossi, que está en Barcelona, y es el que los inyectaba y los mataba. También me acuerdo que entre los veintisiete que llevaron a Monje para matar estaba la cieguita de la otra cuadra de mi casa, de la calle Santiago. A ellos los mataron en Monje y según me contó Hugo Cardozo antes de morir de cáncer cuando vino a mi casa hace ocho meses atrás, a los veintisiete los enterraron en una finca de Rolón en Santa Fe. Con todo eso la fiscal Tessio le pidió a Sutter que me hiciera declarar con el juez de Santa Fe y no hizo nada.

-¿Qué participación tuvo Jorge Walter Perez Blanco en la represión?

-Y era el jefe de la sección Calle, era el que llevaba a toda la gente, el que los hacía detener y el que los entregaba. Estuvo mucho tiempo también trabajando en La Calamita.

-¿Qué otros trabajaron junto con usted en La Calamita?

-Armando Pelliza, uno que vive en Deán Funes 1729/31. Ese es otro que era igual que yo, pero era del grupo que iba en el avión donde yo no iba. La verdad es que quería ir pero nunca me llevaron. Es uno de los integrantes del grupo que arrojaba gente del avión. El que manejaba todo ahí era el teniente coronel Marino González que vive en Santa Fe alias Pepe. Fíjese que yo denuncio ante Sutter Schneider la desaparición de los enfermeros del Sanatorio Plaza, que los secuestra el teniente coronel Riegé, y digo cómo los llevaron, dónde los llevaron, qué auto me hicieron manejar a mí, qué capitán iba con nosotros. Y lo único que ha hecho el juez es hacerme coautor a mí.

-¿Quiénes eran sus jefes en La Calamita?

-El jefe del Destacamento era el coronel Pozzi, pero nunca estaba. El que estaba al frente de todo era el teniente coronel Guerrieri, después Fariña que era capitán ascendido a mayor, y el teniente coronel Marino González, y después había un par de sargentos, y el encargado de la Patota de nosotros era el sargento Mario Vera. Todo esto lo entregué en el juzgado y tampoco lo citaron.

-¿Cuál era la articulación entre el Ejército y el Personal Civil de Inteligencia?

-Nosotros estábamos a disposición de ellos como empleados, nosotros nos presentábamos a trabajar y ellos tenían diagramados todo lo que había que hacer, así que salíamos en los autos con ellos a detener a Fulano o a Mengano. Ellos sabían dónde los iban a detener porque los detenidos que tenían trabajando para el Ejército les daban los datos y hacían contacto. Quiere decir que los mismos compañeros los entregaban, entonces los hacían hablar por teléfono y arreglaban el encuentro. Así que los largaban pero en cada una de las esquinas estaba el Ejército, así que cuando se encontraban los chupaban a los dos.

-¿Por qué habría que creerle si usted declaró ante la justicia que en La Calamita había dos cuerpos enterrados y se excavó y no se encontró nada?

-Porque removieron la tierra y lo sacaron, eso no es culpa mía. Es lo mismo que los que desmantelaron La Calamita y la desfiguraron completa, demolieron un montón de cosas que había. Pero además algo se encontró: hubo remoción de tierra en el lugar que yo había indicado, a un metro cincuenta se hallaron dos monedas del 77, algunos huesos que tiraron a propósito, pero lo que dice el antropólogo es que encontró una falange, que fue a análisis y no hay novedad de eso.

-¿Quiénes están enterrados en La Calamita?

-A mí, a Pagano, a Roscoe, a Bueno y a los dos Isachs nos obligan a que enterremos a Remo. Cuando vamos a hacerlo, yo no quería porque no le había tocado ni una uña a ese muchacho, a ese pobre pibe, que era un almita, chiquito, flaquito.

-¿Quién era Remo?

-Era un militante montonero que venía de San Juan. Lo llevamos para ver si deteníamos a otro, venía conversando con él y yo le decía que era devoto de la Difunta Correa. En la furgoneta venía atrás con él, y manejaba Bueno, al lado Pagano y atrás venía Rodolfo Isachs. Cuando llegamos a La Calamita lo bajan y le empiezan a dar como a un animal y lo matan. Lo mataron Porra, Armando Pelliza, Ariel López y Rodolfo Isachs.

-¿Están vivos los cuatro?

-Claro, están vivitos y coleando por la peatonal. ¿Sabe cuántas veces los habrá cruzado usted?

-¿Quién es Ariel Lopez?

-Alias Aldo, vive en barrio Rucci, le decían el Oreja, y supo ser mozo del Rilke. Después lo metieron de agente de inteligencia porque atendía a los milicos con las minas que estaban ahí.

-¿Quién es Porra?

-Es el Puma que vive en avenida del Rosario al 500 y estaba de pata de plomo en el boliche La Iguana (Roca al 700). Ahora está trabajando en la agencia de seguridad del "Petiso" Aguilar, otro que era agente de nosotros, era un servicio que caminaba con Pérez Blanco.

-¿Hay mucha gente libre con un pasado oscuro como el suyo Constanzo?

-Todos están libres, el único chivo expiatorio que está preso es Eduardo Constanzo.

-¿Qué pasó con los mellizos de Raquel Negro?

-A la chica embarazada, que era la mujer de Tulio Valenzuela, la internan en el Hospital de Paraná como sobrina de Galtieri, y la ubican en una habitación con dos camas, aislada, porque no querían que tomara contacto con nadie. Y pusieron a uno de nosotros de custodia las 24 horas. Así hasta que tuvo los mellizos, y me enteré que el nene había nacido muerto, y la nenita la entregaron Pagano y Amelong en un convento. Hay que averiguar en qué lugar fue por la fecha. Esto fue en el año 78, antes del Mundial. Y esa misma noche que mataba Isachs en La Intermedia, la trajeron a esa chica muerta desnuda en un auto Pujad 504.

-¿Qué pasó con la Operación México, que terminó con el funcionamiento de la Quinta de Funes?

-A la Quinta de Funes llevaron a la gente para levantar La Calamita porque ya estaba muy quemada. Pero en la Quinta de Funes fue una vida divina de todos los muchachos, la pasaron muy bien.

-Parece una tomada de pelo de su parte, porque era un centro clandestino de detención...

-No, lo dijo el Pelado Jaime Dri... Pero le cuento que la Operación México se dio cuando Tulio Valenzuela, el papá de los mellizos, tenía una reunión con Vaca Narvaja y Firmenich que bajaban de Italia. Así que Valenzuela los iba a entregar a los dos en México, a Fariña, a Amelong y al Barba Cabrera, que viajaron. También fue el montonero Nacho con ellos. Todos viajaron con pasaporte falso, y cuando llegaron los dejaron libres para que fueran a la reunión, pero se asusta (?) y va al diario y dice que han venido militares a matar montoneros a México. Y se arma el gran revuelo, así que tiene que "pirar", pero a dos los meten presos: a Amelong y a Nacho, el montonero. Después los ponen a los cuatro en la frontera y los largan.

-¿Por qué niega Amelong haber participado de ese operativo?

-Lo niega porque es un cobarde, antes eran el lobo feroz, y ahora quieren aparecer como Caperucita Roja. Pero son además de cobardes, ladrones, delincuentes, porque no han dejado casa sin saquear.

-¿Quiénes se enriquecieron robándoles a los mismos que torturaban y mataban?

-Un día allanan dos armerías en Rosario. Uno de los armeros era Sánchez de apellido, y el otro murió. Y lo hicieron solo para saquearle la armería, le sacaron todo. Todavía no sé si uno de ellos tiene un aplique de cuernos de ciervos, que se había llevado de allí.

-Cualquiera que lo escuche piensa que usted por lo que dice nunca mató a nadie...

-Es verdad, nunca maté a nadie, y lo digo con la frente bien alta.

-¿Está seguro?

-Solo una vez en una pelea en Tucumán, pero fue una cuestión personal, porque me dieron cuatro tipos una paliza bárbara y me defendí. Esa no fue una cuestión del Ejército porque nadie me lo había ordenado. Esa fue una desgracia que he tenido en la vida y la pagué con cárcel.

-¿Y tampoco torturó a nadie?

-No, porque nunca me autorizaron, ni me dieron órdenes aunque yo no quise tampoco, jamás me dieron orden. Estaba la gente organizada para eso.

-¿Por qué tiene miedo que lo maten para que no declare? ¿No dijo ya todo lo que sabe?

-No, hay muchas cosas que no están. Hay cosas en los papeles. Incluso le digo más, estoy excarcelado por la Cámara de Casación. Pero cuando llegó ese fallo el juez Sutter Schneider, separó las causas, me dio la libertad por Fábrica de Armas y me la negó por la causa Guerrieri.

-¿Por qué no cuenta dónde están los cuerpos de los desaparecidos como lo están esperando sus familiares?.

-Los tiraron a la bahía de Sanborombón y se los comieron los tiburones. Los tiraban del avión, salvo a los 27 que llevaron a Monje y los mataron en el chalet de Ricardo Rodríguez Alex Patiño, que tenía una wiskería en la calle Maipú. A ellos los enterraron en la finca del coronel Rolón. Todo eso lo declaré ante el juez, al igual que la bomba que me mandó a poner Rubeo, que me trajo el trotyl, al diputado Perreta, que no sabía quién era, porque no le quería votar en la Asamblea Legislativa como senador a (Luis) Rubeo. Fue en el año 87. Fuimos con Pagano y le pusimos la bomba. De esto me arrepentí, tanto como ayudarle a otro a que le desarme un auto robado.

Sra.: es necesario terminar con la dependencia a la Justicia Divina o a la mano negra de la omertà y ejercer de una vez por todas la justicia que es derecho moral y cívico de toda democracia.